Los ojos de Iblis
En el relato coránico de la creación del hombre Dios Iblis, el diablo, responde a la orden de Dios de que todos los ángeles se arrodillen delante de Adán burlonamente “Soy mejor que él. A mí me creaste de fuego y a él lo creaste de barro”. Y cuando Dios lo expulsa por soberbio Iblis pide una tregua hasta el fin de los tiempos, tregua que Dios le concede. A continuación Iblis amenaza con alejar a todos los hombres del camino de Dios, y Dios lo deja hacer, diciéndole que aquel que lo siga bien merecido tiene el infierno, pero que sobre sus devotos súbditos Iblis no tendrá ningún poder.
Esta narrativa sobre la naturaleza del bien, del mal, del pecado y de la condición humana siempre me fascino. Sobre todo el comentario despectivo de Iblis de los humanos como “hechos de barro”.
De barro. Dicho peyorativamente. Con la implicación de que nuestra naturaleza se reduce a ser ese barro y nada más. Nada noble, nada sublime, nada trascendente.
Y es Iblis, en este esquema, el que nos llama a alejarnos del camino de Dios. ¿Y esto que significa? Yo creo que lo que significa es que Iblis nos invita a mirar las cosas con sus ojos.
¿Acaso toda bajeza, toda traición, toda claudicación, toda crueldad hacia el otro no se origina en el pensarnos barro?
El susurro de Iblis es seductor, y su mirada parece tan sensata, tan realista. Somosrealistas cuando asumimos que los malos ganan y los buenos mueren jóvenes.Realistas cuando decimos “si a los 20 no sos de Izquierda no tenes corazón. Si a los cuarenta no sos de Derecha no tenes cerebro”. Cuando tratamos a las personas como cosas, cuando nos contentamos porque “es lo que hay”, cuando nos rendimos antes siquiera de empezar estamos viendo con los ojos de Iblis y validando su opinión de los seres humanos.
Y funciona porque es difícil ver con otros ojos. La promesa de Dios de que nada es en vano parece tan evanescente a veces. La trascendencia ofrecida por toda religión verdadera parece tan lejana de este mundo de barro.
Algunos abrazan lo vil del barro, regodeándose en el. Otros buscan evadirse, irse de este sucio mundo antes de tiempo. Estos, creo, son los menos.
Lo realmente difícil es no asustarse del barro. Vivir en el sabiendo que el barro no es mero barro, que nosotros somos barro y a mucha honra. Barro y mucho más. Muchísimo más. No cegarse al hecho de que la bondad, la belleza, la justicia, la verdad y el amor son realidades vivientes de nuestro mundo, y no solo palabras. Y recordar que nuestra gloria esta en el esfuerzo, no en la capitulación o en la evasión.
Los ojos de Iblis son poderosos, pero en última instancia ciegos, porque solo ven la oscuridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario